Por Cristhian Salazar
Cuando el PRI perdió la Presidencia de la República en 2000, la mayoría apostaba por su extinción. Sin embargo, olvidaban que es en este partido, donde se encuentra la clase política más preparada y profesional de México.
Los priistas se replegaron en los estados provinciales, y los gobernadores crearon una nueva maquinaria política y electoral, igualmente efectiva que en los mejores años del tricolor.
En 2003, el PRI demostró que estaba más vivo que nunca. Obtuvo la mayoría en la Cámara de Diputados y se posicionó como la primera fuerza política territorial del país. Sin duda que los gobernadores fueron los artífices de esta victoria.
Además, sin el poder rector de la Presidencia de la República, gozaron de gran autonomía y capacidad operativa. Los gobernadores se convirtieron en los líderes naturales del partido, y ante la ausencia de un patriarca, fueron factor de estabilidad y para que el PRI no se derrumbara.
Para 2006, el PRI contaba con todo para recuperar Los Pinos, excepto con un candidato competitivo, que además pudiese unificar a todas las fuerzas y sectores del partido. La historia ya se conoce, Roberto Madrazo dividió al PRI, rompió con la lideresa magisterial Elba Ester Gordillo y se echó en contra a los profesores, que son un gran capital político. También se abrió el frente del TUCOM, encabezado por Arturo Montiel y otros gobernadores. Fue un candidato muy desprestigiado, y jamás pudo llegar a un buen arreglo con los gobernadores tricolores.
Está documentado que varios mandatarios estatales del Revolucionario Institucional, sirvieron a la causa del candidato del PAN Felipe Calderón, o cuando menos, se dejaron ganar, ya que al volver a tener un Presidente priista, que además no era confiable para ellos, seguramente sus feudos se derrumbarían.
En 2009, el PRI siguió su racha ganadora y se ratificó como primera fuerza territorial, al arrasar en las elecciones intermedias. Incluso 10 gobernadores lograron “carros completos” en sus respectivos estados, entre ellos Durango, con Ismael Hernández Déras.
En este año el PRI logró importantísimas victorias en los estados de Coahuila, Nayarit y el Estado de México. Esto lo pone en una gran posición, ya que nos encontramos en la antesala de las presidenciales. Hoy el PRI tiene una inmejorable oportunidad para reconquistar la Presidencia de la República, si además agregamos el desastroso papel de Felipe Calderón en el Gobierno, que ha provocado un gran hartazgo social y el repudio de los mexicanos a los gobiernos panistas.
Pero además, el PRI cuenta con el aspirante mejor posicionado en todas las encuestas y con gran peso político al interior de su partido. Sin embargo, Peña Nieto tiene que mostrarse confiable ante los señores feudales de los estados, debe negociar con ellos y garantizarles que seguirán gozando del gran poder que hoy ejercen.
Los gobernadores tendrán la sartén por el mango, y le pedirán a Peña nieto que les entregue hasta una doncella, a cambio de darle su apoyo. El mexiquense tendrá que ceder, de lo contrario, debe estar consciente que el escenario de 2006 puede repetirse.
Entre las peticiones de los gobernadores, estarán sin duda las candidaturas a diputados federales y senadores, donde buscarán tener manga ancha para elegirlos. En estas condiciones, considero que los gobernadores serán quienes elijan a los candidatos de mayoría, con una mínima intervención del CEN y de Peña Nieto.
Y por su puesto que Durango no será la excepción. Quienes aspiren a ser abanderados del PRI, deberán contar con el visto bueno del ejecutivo estatal. Por ello recomiendo a todos los que ya andan calientes, que no le hagan changuitos al gorila. Si no están en el ánimo de Jorge Herrera Caldera, será mejor que se olviden de sus legítimas, pero inútiles aspiraciones.
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