sábado, 15 de septiembre de 2012

LOS "PALADINES DE LA DEMOCRACIA"


Por Cristhian Salazar

"Todos los males de la democracia,
pueden curarse con más democracia"
...Alfred E. Smith


Recientemente, el Congreso del Estado aprobó una Reforma Electoral que será aplicada en las próximas elecciones locales. Esta reforma es histórica para Durango, sobre todo por las figuras jurídicas de participación ciudadana que se incorporan a nuestra Constitución.

Sin embargo, los partidos del Trabajo y Acción Nacional, a través de sus dirigentes estatales, han desacreditado y rechazado la reforma, por tratarse -según ellos- de una imposición de la mayoría priista en el Congreso y por ser demasiado "light", al no incluir otros rubros como la disminución de diputados y el voto electrónico. ¿Están moralmente autorizados estos partidos para hablar sobre democracia? Es como si el Chapo Guzmán nos quisiera dar una cátedra de honestidad y decencia.

El PT podría ser uno de los partidos más antidemocráticos del mundo, con un único dueño a nivel nacional, que salta de una Cámara a otra para seguir mamando el presupuesto; con una camarilla de chilangos, que en Durango transformaron al partido en una franquicia privada; y con prácticas tan antidemocráticas, que harían palidecer al más autoritario de los priistas. Cuando "los magníficos", el grupo hegemónico del PT, detectan algún joven talentoso dentro de sus filas, lo utilizan como carne de cañón en las elecciones, y luego lo destruyen porque ven en él a un enemigo futuro. Basta recordar el caso del muchacho, al que estos malandrines despojaron de una diputación para dársela a Gustavo Pedro Cortés.

Por su parte, el PAN tampoco puede presumir de ser un instituto político donde reina la democracia. En ese partido las decisiones son tomadas por una cúpula desde el Comité Nacional, los candidatos son elegidos por dedazo, al más puro estilo del viejo PRI. El resultado de esas prácticas, es la desastrosa debacle que vive actualmente el partido de Gómez Morín.

El buen juez por su casa empieza. Petistas y panistas deberían primero democratizar sus respectivos partidos, antes de venir a decirnos que son los nuevos "paladines de la democracia". Sus declaraciones en contra de la reforma, responden más bien a una coyuntura política, que a los intereses de la mayoría de los duranguenses.

Política es sinónimo de negociación, y en una negociación, ambas partes tienen que ceder algunas de sus pretensiones. Pero la oposición quería llevarse todo. Querían la cabeza de los consejeros electorales, y éstos "renunciaron voluntariamente"; querían Reforma Electoral y la obtuvieron, pero la querían como un traje a la medida para beneficiarse en 2013.

Además, como la pinten, la reforma es un paso adelante en democracia, sobre todo, fortalece la ciudadanización  de la política, al incluir las figuras de Consulta Pública y las candidaturas independientes, dos históricos reclamos de la sociedad, que además son parte de una tendencia mundial, necesaria para quitarles a los partidos el monopolio del poder público.

También se disminuyen los tiempos de campaña para elecciones a Gobernador, diputados e integrantes de los ayuntamientos, las cuales podrán durar como máximo 60 días. Esto impactará directamente en los gastos de los partidos para proselitismo.

Otro rubro importante de la reforma electoral, es la ampliación de los periodos para sesionar del Congreso del Estado y la eliminación de la facultad de gestión de  los legisladores locales, quienes dejarán de recibir cantidades obscenas de dinero, del cual jamás rindieron cuentas. Estas modificaciones legislativas, junto con la Iniciativa Preferente, que también está contemplada en la reforma, le darán mayor agilidad a nuestro lento Poder Legislativo.

Es cierto que quedan el tintero muchos temas pendientes, como la Revocación de Mandato o el Referéndum, figuras de gran trascendencia en cualquier país democrático. Pero las leyes son perfectibles, pueden modificarse y adecuarse a la realidad social del pueblo. Recordemos que nos encontramos en medio de un proceso de consulta, rumbo a la construcción de una nueva Constitución, o una reforma del Estado, que debe llevarse a cabo con la participación de todo el pueblo. Es una gran oportunidad para diseñar un marco jurídico más eficaz y mucho más democrático.

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